Por Anónimo
A diario recuerdo una fecha: 16 de diciembre de 2009.
Ese día inicié una batalla que desde hacía tiempo iba posponiendo a base de engañarme con escusas cada vez más absurdas, no teniendo la valentía de enfrentarme cara a cara con ese enemigo que me estaba destrozando a mí y a mi familia.
Los bandos estaban claros. Por un lado el alcohol con su poderoso ejército y sus aliados (complejos, pasado difícil, sociedad complaciente..); por el otro, un puñado de herramientas en manos de un grupo de veteranos curtidos en mil combates, forjadas por un gran profesional de la psicología, con eficacia probada durante casi cuarenta años y reforzadas con una tenaz mujer y unas hijas llenas de esperanza en la victoria.
Tras algo más de cuatro años de lucha, el enemigo no está vencido pero huye desarmado, por lo que es hora de cambiar el ataque por una sólida defensa tras las murallas de ARO, junto a otros compañeros que luchan codo con codo en esta guerra.
Y toca el momento de las condecoraciones. Son tantas que no habría acero para fabricarlas, así que sólo tengo una para todos vosotros:
GRACIAS DE TODO CORAZÓN