Por Anónimo
Hola, no sabíamos cómo comenzar a escribir esta carta, ya que no es fácil enfrentarse a todo lo que una familia entera llega a pasar durante toda su vida, o buena parte de ella por culpa de un problema o enfermedad llamada «alcoholismo», que sin querer hace que se resquebraje, deteriore y haga que cada miembro de ella reme en una dirección. Cuando en cada promesa, en cada situación vivida, la respuesta siempre era la misma.. «esto no volverá a pasar», «dadme otra oportunidad», «a partir de hoy no bebo más»… etc.
Esto creaba estar rodeado de mentiras, engaños y sufrimientos, como el ver a tu madre llorar desesperada sin saber qué hacer para que pudiéramos ser una familia normal, eso día tras día hace mucho daño. Provocando a su vez que cada miembro de ella no pudiera confiar aunque quisiera, y eso era una pena.
Era muy difícil pensar en aquéllos tiempos que podríamos llegar a ser una familia feliz y unida alguna vez, sólo había discusiones, peleas, voces más altas que otras, faltas de respeto, que llegaban a ser mutuas por la situación insostenible que se había creado en casa, haciendo que lo verdaderamente importante, la vida, la familia pasara a ser un segundo plano.
Había un problema en casa, había que reconocerlo. Y lo más difícil, superarlo. Ya estábamos cansados de las oportunidades y las esperanzas de que esto tuviera solución, ya dependía de él si quería o no quería mantener a su familia unida o por el contrario vivir separado de ella.
Al principio cuando nos dijeron «papá ha comenzado a ir a unas charlas a Cortegana, esta vez parece que va en serio…etc.» Lo primero que te viene a la cabeza es, bueno una vez más, a ver cuánto dura…(Pocas esperanzas, la verdad).
Pero al fin un día, el pozo se llenó hasta rebosar e hizo abrirle bien los ojos, echarle valor a la cosa y empezar a andar un nuevo camino, difícil, pero confortante, con la ayuda del grupo, sus hijos, familiares y verdaderos amigos mi padre empezó a ver que no era una cosa rara que sólo le pasaba a él, se siente identificado con los demás y ve que todos más o menos estaban en la misma situación, esto comienza a hacerle ver que con esfuerzo y sacrificio se puede salir, algo que al mismo tiempo nos hace notar a nosotros algo que nunca habíamos visto, ganas de curarse.
A partir de ahí, sin pastillas, medicinas ni médicos ni nada, sólo con el compromiso, esfuerzo, valentía, paciencia, esperanza, fuerza de voluntad y con perdón de la expresión «con un par muy bien puestos», mi padre comenzó a cambiar.
Ha pasado un año desde que se empezó un camino muy largo, profundo y difícil, pero que con el paso del tiempo, comenzará a dar sus frutos.
Ahora sí, poco a poco, vamos siendo una familia, ahora sí nos sentamos todos juntos, hablamos, reímos, lloramos, compartimos momentos que antes eran impensables.
Por eso, a día de hoy, queremos dar las gracias a todos/as, y que sepas papá que tus hijos se sienten muy orgullosos de tener los padres que tienen, especialmente GRACIAS A TI.
Te queremos papá